Con Un tipo encantador me probé a mí misma y probé a mis lectoras. Quise hacer un texto duro, sin concesiones, un retrato difícil y angustioso sobre la mayor lacra que ha caído sobre las mujeres: la violencia. También me puse a prueba como escritora, haciendo un texto tan complejo, tan serio y... tan largo... (sí, ¿verdad?) que pensé que nunca lo acabaría, o que sencillamente chocaría con mis pretensiones y terminaría fracasando.
Sin embargo, el éxito de ventas y los comentarios que han hecho mis lectoras parecen indicar que al final conseguí lo que quería. ¿No es fantástico cuando ves hecho realidad un sueño? Acabé tan cansada y tan contenta con mi trabajo, que Tony y yo cogimos un avión y nos regalamos un viaje a Chile.
Pero esa es otra historia...
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